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BOLETIN N. 43: ¿INVADIRÁ USA A VENEZUELA?

Boletín N.43
Circulación semanal. Ene 08 - Ene 14 2018
Comité de Prensa 
Editor: Claudia Andrade

 ¿INVADIRÁ USA A VENEZUELA?


Por: Carlos Alberto Montaner
AUDIO

 

¡GRACIAS, MAESTRO HAUSMANN!

 
Por: Beatrice E. Rangel
 
El profesor de la Universidad de Harvard Ricardo Hausmann puso el dardo en el blanco. En un artículo publicado por Project Syndicate señaló que la crisis de Venezuela solo se resuelve con una intervención de la comunidad internacional para extractar del aparato del estado a la pandilla delictiva que ha secuestrado el poder.
La reacción de muchos venezolanos contrarios al planteamiento fue inmediata. La mayoría aduce que el costo de una invasión militar en vidas de la población civil es elevado. Estos olvidan que el actual régimen esta llevando al exterminio a una significativa proporción de los habitantes de Venezuela bajo el paradigma que mientras menos habitantes haya y más sometidos estén mayor es la probabilidad de extenderse en el tiempo. Otros argumentan que el país perdería su soberanía. Estos olvidan o ignoran que el país ya está ocupado por una mezcla de régimen forajido extranjero como es el de Cuba y crimen organizado.
Cualquier agencia de inteligencia podría mostrarles a estos incautos un mapa de Venezuela en el que la región sur es dominada por un consorcio de mafias que incluyen pandillas chinas, búlgaras, rusas, sirias y turcas. El Noreste por pandillas marítimas que ejercen control sobre el mar que separa a Venezuela de Trinidad y Tobago y otras naciones del Caribe. Esas pandillas son el azote de la marina mercante de pequeña escala. Por añadidura el territorio que va desde la ciudad de San Cristóbal en el Estado Táchira hasta la península de la Goajira es controlado por las mafias de la droga de Colombia y México.
De manera que cuando se habla de preservar la soberanía se está hablando del 25% del territorio semi controlado por el régimen que es, a su vez, una extensión de las mafias que operan en Venezuela.
Finalmente están los que afirman que se están haciendo grandes avances en la negociación que tiene por teatro a la República Dominicana. Y con estos sí es verdad que concurrimos. Grande ha sido el progreso hecho por el régimen de Venezuela en ese escenario. Entre los más importantes avances uno puede citar: la deslegitimación y tribalización de la oposición; la desactivación de las protestas a punta de represión brutal y descarnada, y la legitimación de dos fraudes electorales y de una asamblea nacional constituyente írrita, inconstitucional e ilegal.Porque lo que ocurre con los críticos del señor Hausmann es que contrario a él, que tiene tres decenios creando valor en la forma de conocimientos, ellos son magníficos extractores de renta. Y cuando se es extractor de renta se ve la realidad desdibujada como la veían los habitantes de la caverna que Platón inmortalizó en su famoso mito. Afortunadamente para Venezuela hay una generación de creadores de valor que no solo comprenden sino que apoyan al maestro Hausmann.

DICTADURAS CASTRO CHAVISTAS 

SON DELINCUENCIA EN EL PODER 
POLITICO 

Por: Carlos Sánchez Berzaín 
 
La alianza Castro-Chávez para recrear el castrismo con petrolero y dinero venezolano sacó de su agonía a la dictadura de Cuba y dio lugar a las dictaduras castrochavistas en Venezuela, Nicaragua y Bolivia (con Ecuador de salida). Se presentaron como movimientos políticos por la liberación de los pueblos, como de izquierda, bolivarianos, socialistas y usaron violencia, golpes de estado y elecciones para acabar con partidos políticos, líderes y democracia. La realidad demuestra que el castrochavismo es delincuencia que ha tomado el poder político.
Es vital diferenciar y separar lo que es “política” en sentido de actividad pública, de lo que es “delincuencia organizada” y “crimen”. Una cosa es la política con sus ideologías, pragmatismos, imperfecciones, errores, crisis, incluso afectada por la corrupción, pero otra cosa muy diferente es la política y el poder bajo control de delincuentes asociados para hacer de la política su instrumento principal en la perpetración de delitos, organización criminal, toma y control indefinido del poder con fines delictivos y de impunidad.
Política en su acepción amplia según su etimología griega “es el arte de gobernar o la intención de hacerlo”. Se anota que “en cualquier acepción en que el vocablo se utilice, y persiga uno u otro objetivo, aparece en forma potencial o efectiva una forma de proceder, una práctica, una serie de hechos al servicio de una idea”. La política es el “arte, doctrina u opinión referente al gobierno de los Estados”, “ la actividad de quienes rigen o aspiran a regir los asuntos públicos” y “la actividad del ciudadano cuando interviene en los asuntos públicos”.
La política es lícita, esto es que actúa en el ámbito de ser “justa, permitida, según justicia y razón” porque es de orden y de servicio público. La política es totalmente contrapuesta al delito que es “la culpa, el quebrantamiento de la ley y toda acción u omisión penada por ley”. Mientras la política se ocupa del “proceso de tomar decisiones en beneficio de la sociedad” lo criminal es toda “acción indebida y reprensible” que atenta contra lo que la sociedad protege y contra la sociedad misma. La política es servicio público y el delito y la delincuencia son peligro público.
La realidad objetiva muestra que las dictaduras de Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia cometen permanente y reincidentemente de todo tipo de delitos. Los más graves son contra la vida, la integridad física y la libertad de las personas por medio de asesinatos, masacres, persecución política judicializada, presos políticos, exiliados políticos, torturas y crímenes de lesa humanidad que incluyen el hambre y la miseria como mecanismo de control. Los delitos económicos superan la calificación de corrupción pues han destrozado los sistemas productivos, saqueado las empresas publicas, formado grupos de nuevos ricos o burguesías del régimen, llevado las deudas externa e interna a sumas impagables, comprometido los recursos naturales y la economía de los pueblos por decenas de años.
Justifican el narcotráfico como “instrumento de lucha antiimperialista” como repite Evo Morales en la ONU con el respaldo de los demás dictadores; Venezuela es el eje del tráfico y controlan la producción de cocaína de los sindicatos de Evo Morales y de las FARC de Colombia; la dictadura cubana es activa en estos delitos desde tiempos de la guerra, lavado de dinero señala a Nicaragua.
Los Castro, Maduro, Ortega, Morales y sus regímenes no dejan un solo delito de la legislación penal sin cometer, incluyendo delitos sexuales, falsificación, secuestro, extorsión y encubrimiento. La única diferencia con la “mafia” es que el castrochavismo controla el poder político por lo menos cuatro países.
No son gobiernos corruptos, es delincuencia organizada que maneja el poder político y tiene planeado retenerlo indefinidamente. No son políticos que cometen delitos, son delincuentes que hacen política para delinquir y encubrir sus crímenes. No son gobernantes, son “grupos delictivos organizados” que cometen “delitos graves”.
NO pueden seguir siendo tratados como políticos y menos como dignatarios de estado. Los criminales no tienen inmunidades ni privilegios, la soberanía no es protección del crimen organizado transnacional y la comunidad internacional NO puede ser cómplice.


LO MEJOR Y LO PEOR DE TRUMP A UN AÑO DE SU MANDATO

 
Por: Carlos Alberto Montaner
 
Lo mejor de la presidencia de Donald Trump es haber rebajado sustancialmente los impuestos a las corporaciones. En un planeta ávido de inversiones internacionales es inteligente hacerlo. Hay que competir y ésa es una forma de lograrlo. Uno de los principales requisitos para crear puestos de trabajo es que exista una tasa impositiva baja.
Es verdad que beneficia al 3% de la clase alta norteamericana, pero también es cierto que esos poco menos de 10 millones de personas pagan casi el 60% de los impuestos nacionales. Culpabilizarlos de la pobreza relativa del 15% del país es falso y demagógico. Es una lástima, no obstante, que la reforma fiscal no haya sido más generosa con las clases medias estadounidenses. Se han beneficiado, pero poco.
Lo mismo ocurre con las regulaciones. En principio, Trump ha hecho bien en reducirlas. Las regulaciones excesivas son contrarias a las actividades económicas. Lo establece inequívocamente el Doing business del Banco Mundial. Por ejemplo, es una vergüenza el tiempo real que les toma a un constructor o a un empresario industrial comenzar sus tareas en Miami-Dade, pero sospecho que lo mismo sucede en todo el país.
Trump también ha acertado en el opaco terreno de la definición del adversario. Corea del Norte es un enemigo y hay que tratarlo como tal. Lo mismo sucede con Irán. Ambos están empeñados en afectar y destruir a Estados Unidos. Es a Israel y no a los países árabes a quien corresponde designar su capital. Media docena de presidentes norteamericanos antes que Trump prometieron mudar la embajada a Jerusalén. Él lo cumplió. Todo lo que tiene que hacer Washington es construir su legación en la zona tradicionalmente israelí de la ciudad.
Por último, hizo muy bien en recibir a Lilian Tintori, la mujer de Leopoldo López, y mostrar su rechazo al régimen de Maduro. Venezuela, Cuba y Bolivia son países del llamado Socialismo del Siglo XXI, enemigos declarados de Estados Unidos. Ecuador ha dejado de serlo. La Nicaragua del siglo XXI es como el ornitorrinco: un mamífero que pone huevos y tiene pico de pato. No se sabe muy bien qué es. Hasta ahora grazna consignas de izquierda, pero gobierna a la derecha, como si Daniel Ortega fuera un hijo postizo de Lenin y de Pinochet con la cara de un Somoza marxista.
Veamos sus principales errores.
Si se demuestra, fue una canallada darles entrada a los rusos en el sistema electoral de Estados Unidos para perjudicar a los demócratas. Es muy peligroso pedirle ayuda coyuntural al enemigo. Si es cierto lo que se sospecha, hoy Trump y su administración están en manos de Vladimir Putin. O Trump baila al son de la balalaika o los rusos le entregan a la prensa un dossier con todos los detalles de la colaboración.
Ha sido una crueldad política y humana de Trump tomar como rehenes a casi ochocientos mil dreamers y negarles la condición de residentes hasta tanto los demócratas accedan a asignar los fondos para construir el muro que separará al país con México. La mayoría de los norteamericanos no cree que el Muro sea una buena idea,
El 63% de los estadounidenses respalda a los dreamers. Suelen ser jóvenes estudiantes de origen mexicano, pero sociológicamente norteamericanos, ilegalmente traídos a Estados Unidos por sus padres. Muchos ni siquiera hablan español. Dejarlos en el país y permitirles que trabajen y creen riquezas les conviene a todos.
Trump lo ha hecho todo mal con México: el dichoso Muro, denunciar el TLC, insultar a sus vecinos con frases racistas, hasta el punto de que es posible que la exasperada población de ese país elija en los próximos comicios a Andrés Manuel López Obrador, un candidato antiyanqui que seguramente será perjudicial para ambas naciones.
Como también ha errado con relación a Europa, al elogiar a los eurofóbicos de la Unión Europea, ya fueran los británicos partidarios del brexit, o a todos esos ultranacionalistas franceses, austriacos, húngaros, holandeses o polacos que comparten con Trump esa peligrosa visión de corto alcance que pone por delante los intereses de la nación propia (put America First), sin advertir que el nacionalismo y su secuela el proteccionismo son viejas plagas que nos empobrecen en el terreno económico y nos suelen matar en el campo de batalla.
Y no es menor todo lo que se puede censurar a Trump en el campo de las formas. Su machismo demodé. La manera indelicada en que trató a los puertorriqueños, tirándoles rollos de papel como se les lanza semillas a las palomas. Sus twitters nada presidenciables, enzarzándose en disputas triviales, sus enfrentamientos con el FBI, sus ataques a demócratas o republicanos que no se le pliegan, olvidando que la “cordialidad cívica” es una parte sustancial del espíritu republicano, en el sentido más amplio y mejor de la palabra.



















LIBRE EXPRESIÓN Y
CORRECCIÓN POLÍTICA 

 
Por: Guillermo Lousteau
 
La libertad de expresión, central para la supervivencia de una sociedad libre, está en dificultades. El episodio de la revista Charlie Hebdo mostró la existencia de un doble standard en materia de libertad de expresión. Mientras la opinión pública defendía el derecho irrestricto de la revista a expresarse, aunque fuera en forma ofensiva, el gobierno francés persiguió por “apología del delito” a quienes defendieron a los autores del atentado. Dos personas fueron sentenciadas a prisión por proferir gritos a favor de los terroristas y el humorista Diedonné corrió el riesgo de ser condenado hasta 7 años de prisión por expresarse respecto a la responsabilidad de la revista.
Esto presenta una doble faceta: en ciertos casos se defiende el ejercicio irrestricto de la libertad de expresión (el de la revista Hebdo) y por el otro se reprimen otras expresiones, limitando esa libertad, como expresiones de odio, racismo o discriminación, que conforma lo “políticamente correcto”.
En el Festival de Toronto del 2016, se presentó “Denial”, una película que narra el enfrentamiento judicial de David Irving con Deborah Lipstadt, por su negación del holocausto. Se trataba de un enfrentamiento entre la libertad de expresión –en este caso académica- contra la corrección política. Significaba contraponer dos valores respetables y valiosos que aparecen enfrentados.
Dos hecho actuales revitalizan el problema. La Corte Suprema de los Estados Unidos fallará en los próximos meses, en el caso Masterpiece Cakeshop vs Colorado Civil Rights Commission: Jack Phillips, dueño de Masterpiece Cake, se niega a elaborar una torta de boda para un casamiento entre dos personas del mismo sexo, alegando sus convicciones religiosas y su derecho a expresar su opinión, con su negativa.
Otro hecho importante resulta de una investigación realizada por el Cato Institute, el think tank liberal de Washington, sobre el estado de la libertad de expresión y la tolerancia en los Estados Unidos.
La encuesta ofrece una gran cantidad de información sobre el tema. Muestra que el 71% de los norteamericanos cree que la corrección política ha silenciado discusiones importantes que la sociedad debiera tener (el 28% cree que la corrección política ha hecho mucho para evitar que la gente ofenda a terceros).
Desde el punto de vista personal opinan que el clima político les impide decir cosas en las que creen. Por supuesto, las diferencias más claras surgen entre las opiniones de los demócratas y los republicanos. Los demócratas (53%) no sienten la necesidad de autocensurarse, mientras que el 73% de los republicanos y el 58% de los independientes manifiestan no expresar sus opiniones. La mayoría se opone a las expresiones de odio, porque las considera moralmente inaceptables, pero el 82% dice que no es fácil prohibirlas, ya que no hay acuerdo en qué expresiones pueden ser de odio u ofensivas. El 58% piensa que debiera ser permitido expresar opiniones impopulares en público, aunque sean fuertemente ofensivas para otra gente, mientras el 40% cree que el gobierno debiera prohibirlas.
También hay diferencias en las consideraciones de las minorías afroamericanas e hispanas. El 59% de los afro y el 49% de los hispanos afirman que la libertad de expresión es efectiva en proteger la opinión de la mayoría y en los de la minoría. Para el 75% de los primeros y el 72% de los hispanos, las expresiones de odio son actos de violencia. Sólo el 46% de los blancos comparte esa opinión.
Todos creen, sin embargo, que la libertad de expresión garantiza que, finalmente, prevalecerá la verdad.
Una parte importante del estudio se refiere a la universidad. Dos tercios de los americanos manifiestan que las universidades no están haciendo lo suficiente para enseñar el valor de la libertad, que los estudiantes deben ser expuestos a todos los puntos de vista, aunque sean ofensivos o desacertados con respecto a ciertos grupos. Solo una minoría cree que los universidades deben prohibir manifestaciones ofensivas o inexactas sobre ciertos grupos y que tienen la obligación de proteger a los estudiantes de discursos ofensivos.
En cuanto a la orientación de la universidad y sus profesores: 20% cree que muestran un balance de puntos de vista diferentes.
39% cree que son liberales (en el sentido norteamericano).
27% cree que son políticamente moderados.
12% los considera conservadores.
En ambos casos difieren las posiciones, nuevamente, entre demócratas y republicanos.
Finalmente, el 61% de los republicanos concuerdan con Trump en que los periodistas son hoy un enemigo del pueblo americano. La mayoría de los americanos (64%), el 80% de los demócratas y el 61% de los independientes cree lo contrario, y creen que el gobierno no debe tener el poder de frenar noticias e historias, aun cuando las consideren inexactas o interesadas.
El estudio de Cato incluye una gran cantidad de información sobre el tema y ciertas curiosidades que ameritan su lectura, pero excede las posibilidades de esta nota sobre la confrontación de la libertad de expresión y la corrección.
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