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BOLETN N. 13: INTERAMERICANO

 

Boletín N.23
Circulación semanal. Agosto 21 - 27 2017
Comité de Prensa 
Editor: Claudia Andrade

IID RENDIRÁ UN RECONOMCIENTO ESPECIAL A LUIS ALMAGRO, SECRETARIO GRAL DE LA OEA
POR SU LUCHA A FAVOR DE LA LIBERTAD, DEMOCRACIA  Y
DERECHOS HUMANOS


Luis Almagro, Secretario General de la Organización de Estados Americanos
 (OEA) presidirá la ceremonia de entrega de los premios del Interamerican Institute for Democracy. Almagro recibirá la orden "Francisco de Miranda" creada para honrar la memoria de uno de los más distinguidos pensadores y luchadores por la libertad de América Latina. 


SEPTIEMBRE 14, 2017 (MDC - Wolfson Campus)



ACCIONES CONTRA ACTOS CRIMINALES DE DICTADURA QUE USURPA FUNCIONES
 
Por: Carlos Sánchez Berzaín
La dictadura castrista de Venezuela mediante su brazo de opresión que ha denominado asamblea constituyente, está procediendo a terminar con cualquier señal de democracia. El objetivo final de la constituyente dictatorial es la construcción de un sistema en el modelo de Cuba y su trabajo inmediato es el desmantelamiento de todo lo que se oponga al poder absoluto... Esa mezcla dictatorial de acto nulo y delictivo ha continuado ilimitadamente por la constituyente de Maduro al “atribuirse todos los derechos del pueblo venezolano”, y aquellos como la destitución de la Fiscal y la pretendida eliminación de la Asamblea Nacional...

Todos los actos que realiza Nicolás Maduro como dictador, y ahora la constituyente dictatorial de Venezuela: 1) Son nulos de pleno derecho porque el órgano que los emite no tiene origen legal, no posee capacidad legal ni competencia y no tiene potestad que emane de la ley. 2) Son delitos infraganti que inculpan a todos sus actores y los incluye en el marco del régimen de delincuencia organizada que hoy controla Venezuela, con las consecuencias personales y patrimoniales que eso implica de acuerdo a la Convención de Palermo. 3) Son acciones de facto de la dictadura que ha elegido como instrumento de gobierno una mezcla explosiva de acto nulo, ilegal y violatorio de los derechos humanos con delitos de la mayor gravedad, de un régimen criminal.

Frente a esta situación de atropello y delincuencia extremos contra una sociedad indefensa cuyos derechos humanos y fundamentales son violados a diario, la teoría del derecho, los principios de la ciencia política y la historia, señalan el camino de la defensa de la libertad, porque la democracia no es inerme, no es indefensa y no puede serlo. De ahí resultan urgentes acciones para reponer el estado de derecho en Venezuela. Como la situación de Venezuela ya incumbe y tiene efectos en todas las Américas y en el mundo, a continuación algunas sugerencias fundadas en la necesidad de que los defensores de la democracia tomen iniciativa y no sean solo reactivos a los acciones de la dictadura:
1.- Una primera acción de desconocimiento y resistencia civil que el pueblo venezolano y su oposición ya está ejercitando. Nadie puede reconocer y menos cumplir las ordenes delictivas de la dictadura y empezando por la Asamblea Nacional, sus miembros, los Magistrados legítimos, la Fiscal y los organismos legales de Venezuela deben continuar en sus funciones abiertamente, en la clandestinidad o en el exilio, y los gobiernos del mundo deben reconocerlos como tales. Continuar es ejercer, la fiscal acusando, organizando una oficina, levantando procesos, actuando; los Magistrados ejerciendo jurisdicción, emitiendo fallos y resoluciones; la Asamblea Nacional reuniéndose y tomando determinaciones para afrontar la crisis, proteger al pueblo y restaurar la democracia.
2.- La Asamblea Nacional debería nombrar el tan repetido y planteado“gobierno de transición” que reemplace al del dictador Maduro, porque al constituir un nuevo gobierno -así sea en el exilio- crean un sujeto de derecho interno e internacional que debe ser objeto de reconocimiento por los gobiernos democráticos del mundo; adquieren capacidad legal de “Poder Ejecutivo” en ámbito interno e internacional, pueden disputar la representación en organismos internacionales como las Naciones Unidas (ONU), la Organización de Estados Americanos (OEA) y otros; deslegitiman rápidamente al régimen castrista de Maduro, forzando claridad en las posiciones de los gobiernos democráticos y de los enemigos de la democracia. Hay ejemplos históricos muy notables de gobiernos en el exilio como el de Charles De Gaulle.
3.- La Asamblea Nacional y el gobierno de transición deberían pedir a la comunidad internacional, empezando por el Consejo de Seguridad de la ONU, la OEA, la Unión Europea y a cada uno de los países democráticos, incluir en las listas de búsqueda y detención de criminales a los miembros de la dictadura de Venezuela,empezando por Maduro, en función de la Convención de Palermo de la ONU, para que los incluidos en esa lista sean perseguidos y detenidos por la Interpol y los órganos de seguridad de cualquier país del mundo con el objeto de responder a los crímenes cometidos y en ejecución contra el pueblo venezolano. La tipificación, acusación y prueba debe ser documentada de inmediato por la Fiscal en el exilio.
Son solo tres sugerencias, pero hay muchas más que se pueden hacer legalmente para que la comunidad internacional ayude rápido y bien a recuperar la democracia en Venezuela en base al principio de que los actos de quienes usurpan funciones son nulos y punibles.


EN VENEZUELA: CUBA SI, TRUMP NO


Por: Diego Arria
 
Durante los diez años de la guerra de independencia en Venezuela, unos 22 mil soldados españoles llegaron para combatir al ejercito libertador de Simón Bolívar. Doscientos años más tarde, Cuba tiene hoy en Venezuela sesenta mil efectivos, algunos de ellos médicos y entrenadores deportivos, pero todos agentes de inteligencia y seguridad.
Contingente complementado por oficiales militares que dirigen la represión y tortura de disidentes, y que tutelan la fuerza armada venezolana al igual que los servicios policiales, de identificación, de inteligencia y de registros. En suma: Cuba hoy es el equivalente a la “Potencia Ocupante” de Venezuela
Semejante realidad representa la mayor ocupación extranjera en toda nuestra historia, convirtiendo a Venezuela en su colonia, a la que le exprime diariamente 100 mil barriles de petróleo. Sin duda, la más exitosa iniciativa del llamado ”internacionalismo cubano”, lograda sin disparar un solo tiro, gracias a Hugo Chávez, que les entregó nuestro país, en el mayor acto de traición a la patria.
La ocupación cubana no ha generado mayores protestas, ni siquiera del vecino del norte que, por más de medio siglo, los ha mantenido inquietos. Del mismo modo, tampoco los asentamientos de narco guerrilleros de las FARC y del ELN en puntos estratégicos de nuestra frontera con Colombia que, gracias a una asociación perversa y criminal con jerarcas civiles y militares de la narco tiranía venezolana iniciada al llegar Hugo Chávez a la presidencia, han venido convirtiendo al país en el sitio de paso más importante para el tráfico de drogas; al punto de ser calificada Venezuela como “la mayor autopista de la droga del planeta”. Y la más segura, gracias a la protección militar y policial.
El próximo capítulo de esta desgracia será que con las FARC legitimadas y empoderadas como el partido político con más recursos del continente, unidas a sus pares venezolanos, pueden darle paso a la recreación de la Gran Colombia, pero del Narcotráfico. El tráfico de armas, sumado al lavado de dinero, a las prácticas corruptas y al terrorismo, se han convertido en amenazas reales para todo el continente, no solo para Estados Unidos.

En medio de esta trágica situación, surge la inesperada declaración del Presidente Donald Trump de que todas las opciones en el caso de Venezuela estaban abiertas, y que podía “incluir acciones militares, porque en Venezuela su gente sufría y moría”. Trump no venía de jugar golf, sino de una reunión con su Consejo Nacional de Seguridad donde, evidentemente, ni siquiera el caso de Corea del Norte logró evitar discutir la situación venezolana.
Esta declaración sigue a la del Director de la CIA, que denunció la presencia en Venezuela de grupos asociados al terrorismo, que representa un peligro para la seguridad de los Estados Unidos. De hecho, la reciente visita del Vicepresidente Mike Pence a la Argentina, Chile, Colombia y Perú, estuvo centrada en el peligro que representa el gobierno chavista para toda la región. Pence intentó auscultar la disposición de estos gobiernos a acompañar a Estados Unidos en acciones dirigidas a sancionar con mayor contundencia al régimen de Caracas, sin que se excluyan acciones de carácter militar, que no significan obligatoriamente invasiones ni bombardeos. El nivel de precisión alcanzado por la tecnología militar y los recursos cibernéticos bélicos no requieren movilización de tropas para neutralizar fuerzas adversas.
Nunca antes un presidente norteamericano se había pronunciado de manera tan categórica. Ni George W. Bush, ni Bill Clinton, ni Barack Obama. Pero el hecho de levantar la opción militar para rescatar la libertad y desalojar la ocupación cubana, los carteles de las drogas y otros grupos altamente peligrosos, que operan bajo la protección del régimen, desató una reacción de rechazo. Antonio Sánchez, filósofo chileno-venezolano, dijo algo muy cierto: “Cuba sí puede y tiene derecho de oprimir a Venezuela, pero a los yanquis les está vedado el derecho de asistir a su liberación”.
“Cuba sí, yanquis no”, está implícito en la censura a Trump, pero creo muchas de ellas obedecen más a estar en contra del presidente norteamericano que por el contenido de su declaración, o por falta de interés real a la suerte de mi país.
Algunos destacan que Trump, al mencionar la opción militar, fortalece al régimen de Maduro. Los mismos argumentaban antes que aplicar sanciones tendría el mismo efecto. Ambos argumentos son absolutamente falsos, como lo reflejan las encuestas. Los venezolanos, no necesariamente todos sus políticos, apoyarían cualquier medida que nos permita ser libres de nuevo, ante la inminente perpetuación de una narco tiranía militarizada que no dejará el poder ni normal, ni pacíficamente, y menos aún con elecciones.
Solo ingenuos pueden imaginar que los jerarcas civiles y militares culpables de crímenes de lesa humanidad se marcharán gracias a elecciones, y que los sesenta mil ocupantes cubanos en el país están de adorno, y mucho menos los narcotraficantes y los asociados a causas terroristas.
He participado en discusiones en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, en representación de mi país sobre la tragedia en la Antigua Yugoslavia, donde prevaleció la espera, las negociaciones, y la asistencia humanitaria. Al final, esa tragedia tuvo una salida militar, tras haberle costado la vida a más de 200 mil bosniacos, la violación de 20 mil de sus mujeres y la erradicación de sus hogares a más de un millón de personas.
Admito que mi apreciación sobre la desgracia de mi país y de nuestra gente la hago más como un ciudadano, que le duele ver sufrir a su gente, que como un diplomático que ha visto en primera fila cómo han sufrido otros pueblos por la desidia, la indiferencia y la complicidad de otros.
Entiendo que a muchos no les agrade Trump, pero como venezolano valoro su solidaridad al demostrar tener un sentido real de la urgencia de atender nuestra desgracia. Replicar a Cuba con petróleo y narcos sería una tragedia para todos, incluyendo a los que hoy por adversar al presidente de los Estados Unidos marginan el hecho de que lo que está en juego no es Trump, sino Venezuela. Esto se traduce en: Para ocupantes tenemos a Cuba.


¿ES POSIBLE OTRA GUERRA CIVIL EN ESTADOS UNIDOS?

Por: Carlos Alberto Montaner
 
Un sociólogo amigo, Jorge Riopedre, con buen juicio político y gran experiencia en el análisis de los conflictos (se les llama polemólogos), teme que sí, que ocurrirá. Incluso, en un arriesgado juego literario aporta una fecha para el inicio de las hostilidades: 2052. Y una fecha para el final: 2055. Apenas tres años. El pleito sería el resultado de un desencuentro étnico entre algunas minorías resentidas y la desdeñosa mayoría relativa que hoy es el mainstream o corriente central de la sociedad norteamericana.
La fecha elegida no es casual. A mediados de siglo en Estados Unidos “los blancos” ya no serán la mayoría absoluta del censo. Nadie ocupará ese espacio. Los blancos sólo formarían la minoría más numerosa, pero algo alejados del 50% de la sociedad. Los hispanos alcanzarán la cifra de 100 millones de personas. Junto a los afroamericanos y los asiáticos se repartirán la otra mitad del pastel demográfico. En su escrito Ríopedre cita una frase conocida de Yasser Arafat con relación a Israel: “el útero de nuestras mujeres es la mejor arma para doblegar a los judíos”.
Sospecho que mi amigo está bajo el impacto del episodio virginiano de Charlottesville. El obsceno espectáculo del KKK y los supremacistas dando gritos antisemitas y antiinmigrantes, y agrediendo a los manifestantes opuestos (de ellos unos pocos, pero aguerridos antifas insertados entre los demócratas, unos violentos tipos anarcoides que se autodenominan anticapitalistas), con el triste saldo de una muchacha asesinada que nada tenía que ver con los antifas, le pareció el ensayo general para otra guerra civil que se irá incubando lentamente con cada encontronazo, con cada pequeño golpe, hasta que sobrevenga el Armagedón.
A priori, debe admitirse que ningún país esté exento de partirse en facciones rivales que acaban a tiros. Hoy parece imposible que Estados Unidos derive en esa dirección, pero los alemanes antes de 1933 decían que el estrafalario Adolfo Hitler jamás se ganaría el favor del electorado del país más culto y poderoso de Europa. Pocos días antes del comienzo de la Guerra Civil de 1910, el New York Times alabó la fortaleza mexicana lograda bajo la dictadura de Porfirio Díaz. Hay muchos ejemplos.
Veamos los síntomas prebélicos.
¿No eligieron los estadounidenses a Donald Trump, una persona ajena a los partidos políticos, un verdadero outsider que puede decir algo hoy y mañana afirmar lo contrario, al extremo de que Bill Kristol, el líder intelectual de los neoconservadores republicanos, afirma que el expertise de Trump no es el arte de la negociación sino de la demagogia? ¿No dice Trump que el sistema electoral no es fiable y que la prensa miente constantemente? ¿No insulta o despide a los miembros del gabinete que él mismo ha elegido ? ¿No es verdad que republicanos y demócratas no se ponen de acuerdo en casi nada en el terreno legislativo? ¿No es cierto que desde hace muchos años tirios y troyanos toman caminos diferentes en política exterior?
Sin embargo, aunque todos esos síntomas apuntan a la deslegitimación casi total del sistema, no creo que la situación política norteamericana sea hoy peor que en otras épocas. La crispación de la era de Kennedy, el enfrentamiento de los jóvenes con su sucesor Lyndon Johnson y el amargo periodo de Nixon, culminado con su renuncia a la presidencia, me parecen tan o más graves de lo que hoy sucede.
La República americana, ideada esencialmente por James Madison, con sus frenos y contrapesos, ha dado pruebas de una gran resistencia y flexibilidad. Cuando le acusé recibo a Ríopedre le escribí que aunque la próxima guerra civil norteamericana era posible, no creo que sea probable. Los cimientos son demasiado firmes.

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