Aunque parezca
increíble, no es exagerado afirmar que al día de hoy no hay posibilidades de
encontrar una solución jurídica dentro del marco legal vigente a la crisis
política en Venezuela. No hay legalidad y el régimen ha ultrajado deliberadamente
todas las reglas del juego político democrático. Es imposible encontrar
una solución institucional cuando el Tribunal Supremo de Justicia, el Consejo
Nacional Electoral y la cúpula las Fuerzas Armadas actúan como sostenes del
régimen. No hay ninguna instancia del poder público nacional que pueda arbitrar
la solución a esta confrontación.
Hay quienes aún abogan
por una negociación cuerpo a cuerpo entre la oposición y el régimen como
fórmula para resolver la crisis. Eso es imposible porque el régimen no está
interesado en negociar, está interesado en crear escenarios para emboscar a la
oposición y aniquilarla. No se puede negar la racionalidad de la negociación
política cuando las partes actúan con una lógica que al menos apunta a proteger
la vida humana. Este no es el caso. Aquí estamos en presencia de una pandilla
suicida que hace tiempo decidió en un pacto diabólico si “Venezuela no es de
nosotros, no sera de nadie.” Y así decretaron la destrucción de la república.
También hay quienes
escandalizados por los horrores que comete el régimen contra la población civil
dicen que no podemos rebajarnos a ser tan inhumanos como ellos. Este enfoque es
absolutamente racional y políticamente correcto. Además, eso eso lo que habría
que decir en condiciones normales. Pero lamentablemente la situación de
Venezuela ni es normal ni se le puede comparar con experiencias en otros
países.
La realidada de la calle
es que mientras el pueblo trata de manifestar en forma democrática y pacífica
las fuerzas militares, policiales en contubernio con los colectivos están
reprimiendo y asesinando sin piedad a cada venezolano que se les
atraviesa en el camino. Según cifras oficiales ya van 62 asesinados. ¿Cómo se
puede negociar civilizadamente con quienes han ordenado estos asesinatos y
llevan adelante un detallado plan de aniquilación física de la población civil?
Es cierto que la minoría
gobernante tiene el control temporal de las armas para chantajear al resto de
la sociedad. Pero el resto de los venezolanos, el 80% de los ciudadanos
tenemos una enorme ventaja cuantitativa que podemos hacer valer. Somos la
mayoría contundente por encima de quienes usan las armas para defender la
dictadura. En esa mayoria tambien entran amplios sectores de militares que
están asqueados y desmoralizados con la conducta de sus superiores. Además
contamos con la ventaja cualitativa de saber que la razón, la justicia y la ley
están de nuestro lado.
El gobierno ha usado la
represión para tratar de inhibir la movilización popular. El perverso metamensaje
es “Tienes razon, pero aunque seas mayoria, vas preso.” Y por eso hay quienes
después de más de setenta días de lucha se comienzan a preguntar si todo este
sacrificio tiene un sentido.
Estos son los instantes
definitorios de la lucha política cuando la dirección opositora de la MUD debe
no solo hacer un llamado a calle y mas calle sino a prepararse para defender el
derecho universal a la vida. Esto lo han entendido más rápido las comunidades
que sin ningún tipo de orientación les ha tocado que aprender e improvisar
estrategias para repeler los asaltos de las bandas uniformadas del régimen. Los
millones de venezolanos que se oponen al régimen aman la paz, pero esto no
puede significar sucumbir estoicamente ante una masacre anunciada.
Hemos llegado a este
horror porque discutimos asuntos complejos de vida o muerte. Para el
oficialismo la sola posibilidad de entregar el poder produce vértigo. Solo
pensar en rendir cuentas luego de 18 años de violaciones y saqueos
produce pánico y lleva a buscar con desesperación atajos suicidas. La
posibilidad de ir a la cárcel por los delitos cometidos ha tejido una inmensa
red de complicidades entre operadores civiles y militares del régimen.
Para el resto de
nosotros se trata de luchar por el alma de la república y su recuperación de
las garras de la tiranía.
Si logramos salir de
esto y nos ponemos de acuerdo en Venezuela podremos vivir ciudadanos de
diferentes credos políticos, de izquierda o de derecha, respetandonos las
diferencias. Lo que no podemos es negociar o convivir es con quienes saquearon
el país y cometieron crímenes de lesa humanidad convencidos de que jamás
pagarían por sus crímenes. Con ellos la lucha es frontal. Ellos o nosotros.
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